Moverse con frecuencia es saludable para el organismo. El sistema musculoesquelético y numerosos órganos esenciales solo puede seguir funcionando normalmente con suficiente ejercicio. Realizar actividad física también es bueno para la mente y el bienestar general. Aprende más sobre los efectos de la actividad física en el cuerpo y la mente a través del siguiente apartado.
Cuando me muevo más, ¿qué le pasa a mi cuerpo?
El movimiento influye en el sistema musculoesquelético, así como en el sistema cardiovascular, el metabolismo, el sistema inmunitario, las hormonas, así como en el sistema neurológico y, por tanto, también en la función cerebral y la psique. Cuando te mueves, desencadenas una serie de procesos y actividades en tu cuerpo.
De hecho, el impacto en numerosas funciones biológicas aumenta con la intensidad de la actividad física. El cuerpo y todos sus sistemas se adaptan al nuevo reto si nos movemos con más frecuencia. Los músculos se contraen o se relajan con cada acción, son los encargados de mover el cuerpo. Los músculos reciben un mejor flujo de sangre y nutrientes gracias a la actividad física. También se fortalecen los ligamentos y los tendones.
A su vez, las articulaciones quedan protegidas. Hacer ejercicios regularmente ayuda a ganar más masa muscular, lo que contribuye a que el cuerpo se adapte a las exigencias cambiantes. Durante el ejercicio físico se utiliza energía, y los músculos necesitan energía para contraerse. Estos nutrientes (carbohidratos, lípidos y proteínas) proporcionan energía a los músculos.
¿Qué cambios psicológicos se producen cuando te mueves más?
Independientemente de la edad o el sexo, el ejercicio es bueno para la salud mental y puede mejorar el bienestar personal. Para muchas personas, hacer suficiente ejercicio es crucial para mantener una alta calidad de vida y una excelente salud mental.
El flujo sanguíneo al cerebro mejora con el ejercicio. En determinadas partes del cerebro, este recibe más oxígeno y se crean más células nerviosas nuevas. Además, se liberan una serie de moléculas mensajeras, entre ellas las endorfinas, u «hormonas de la felicidad».
También aumenta la producción de las sustancias químicas mensajeras serotonina y norepinefrina. Estas sustancias químicas intervienen en la regulación del ciclo sueño-vigilia, la presión arterial, las emociones y la función intestinal en el cerebro. La actividad física regular reduce los niveles de las sustancias químicas del estrés, el cortisol y la adrenalina.
Las investigaciones científicas han relacionado la cantidad de ejercicio y la salud mental. La prevalencia de la depresión y los trastornos de ansiedad suele ser menor entre las personas que practican una actividad física regular. La autoestima, la confianza en uno mismo y la autoeficacia se ven afectadas positivamente por un aumento de la condición física. Además, un poco de actividad física al día puede mejorar la calidad del sueño.
¿Cómo influye hacer más ejercicio en mi capacidad de pensamiento?
El ejercicio regular mejora el flujo sanguíneo al cerebro, suministrándole más oxígeno y nutrientes. Tanto de forma inmediata como a lo largo del tiempo, la actividad física puede tener un impacto beneficioso en la funcionalidad del cerebro:
- Alargando el tiempo se mantienen las vías neuronales y las conexiones entre las células nerviosas.
- En la vejez, el volumen del cerebro y la función de la memoria se deterioran más lentamente.
- La progresión del Alzheimer es más lenta.
- El rendimiento mental mejora en quienes padecen esquizofrenia o tristeza.
Si no te mueves lo suficiente, ¿qué ocurre?
La falta de ejercicio provoca numerosos cambios físicos. El tejido muscular se contrae y se deteriora. Por ejemplo, los músculos del tronco pierden parte de su capacidad natural de sujeción. Esto puede dar lugar a la aparición de fallos posturales, errores de postura o, a largo plazo, lesiones en la columna vertebral.
Las funciones de los órganos del tórax, el abdomen y la pelvis suelen verse afectadas por los problemas posturales. Dado que el debilitamiento de los músculos es incapaz de sostener el arco del pie cuando una cantidad cada vez mayor de peso corporal recae sobre los pies, los músculos débiles y atrofiados de la región del pie y la pantorrilla pueden dar lugar a arcos colapsados.